El entierro del Carnaval



Álvaro Riva Rey*
25/02/2015 - Tras 22 días de intensa actividad en el departamento terminó Carnaval y, pese algunas escaramuzas menores de las que le son propias, en general recibió muchos elogios y recomendaciones, principalmente de los espectadores comunes.
Luego de cinco años de trabajo hemos logrado dar forma a la fiesta tal como en algún momento la concebimos: una fiesta que integre, que contemple derechos culturales, que tenga en cuenta a los artistas locales que pugnan por mejorar y superarse y que no pierda de vista el gusto de los vecinos, de la gente, los contribuyentes, que tienen derecho a ver en Florida lo que –de otro modo- sólo podrían ver por televisión o viajando a Montevideo.
LO QUE LOGRAMOS
El balance es positivo tras 60 espectáculos, en 22 localidades, 6 barrios de Florida, 6 desfiles (4 en Florida y 2 en el interior) y una enorme cantidad de contratos cuyos detalles aún no hemos relevado.
Más que esos datos numéricos que sirven para las estadísticas, vale la pena hacer un balance para comprender qué ha pasado de allá a acá, en estos últimos cinco carnavales de Florida.
Hemos logrado retirar la masa de niños que solía participar en el desfile “profesional” y armar un desfile exclusivo para los más jóvenes. Una línea para profundizar y desarrollar.
Hemos logrado consolidar el proceso de profesionalización de quienes desean hacerlo: el amor propio, la especialización y el esmero ha hecho que comparsas y murgas logren superar sus propias performances en guiones, alegorías, vestuarios, coreografías...
Hemos dado al público un espectáculo mayor y mejor, creando un presupuesto de Carnaval, agregando recursos y dando la pelea por los contratos de los mejores conjuntos del Carnaval del Uruguay.
MÁS DE UN CARNAVAL
Así es que se han colocado varios conceptos sobre la mesa de discusión. Por un lado el arte y los artistas, por otro el derecho a disfrutar de ese arte (el derecho de los públicos) y por un tercer lado: el carnaval como mecanismo de acción social.
Éste último el menos desarrollado y con el que hemos asumido compromisos. En el futuro habrá que trabajar más esta idea y para ello tal vez haga falta una “escuela de Carnaval”, que es una idea que flota en el aire que tiene buena base para transformarse en proyecto.
PARA QUE QUEDE ALGO MÁS
El espectáculo es pasajero. Se disfruta en el momento en que se participa o se aprecia.
Los espectáculos han sido buenos y así lo ha calificado la mayoría de la gente, especialmente aquella que no tiene otra intención que el goce de la cultura popular.
Habrá que considerar mecanismos para que el Carnaval sea el promotor de la cultura y las tradiciones como debe ser.
Está claro que luego de esta evolución, es necesario encarar nuevos proyectos, apuntar hacia otros logros y no quedarse en los laureles (si es que estos pueden llamarse tales).
Hemos alcanzado una meta: conjuntos de primer nivel alternando con grupos locales que buscan superarse.
Ahora hay que mirar otros horizontes. Las viejas discusiones seguramente quedarán en el pasado y podremos dar nuevas batallas por nuevos objetivos.
SE TRATA DE CRECER
El fracaso sería seguir estancados en viejos debates. Felizmente eso está superado.
Cuando asumimos, escribimos en el presupuesto quinquenal que el propósito era “entretener, divertir y promover la cultura tradicional. Darle a Florida un atractivo turístico. Promover conjuntos locales que sirvan de basa para contribuir una tradición carnavalera”.
Eso se justificaba porque “el Carnaval tiene un doble propósito: fomenta las actividades culturales a través del financiamiento de conjuntos locales y de otros departamentos, al mismo tiempo que genera un espectáculo masivo, de gran impacto popular”.
La meta era “cubrir la mayor cantidad de pueblos y barrios posibles, con espectáculos carnavaleros”.
¿Qué falta? Lanzar el Carnaval al escenario nacional, ponerlo en la ruta del turismo carnavalero de la región. Hacer de él una oferta más atractiva y aprovechar las ventajas comparativas.
Para esto hace falta reunir otras voluntades.
Si logramos que el Carnaval sea, además de un espectáculo de buena calidad y atractivo, un motivo de acción social y de atracción económica por el turismo, habremos logrado mucho más.
Pero eso no se logra en cinco años. Para eso hace falta más tiempos y más voluntades.


*Periodista, director de El Heraldo y director de Cultura.

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