Álvaro Riva Rey*
02/12/2015 - Está claro para
todo el mundo que es la descentralización, que según el DRAE (diccionario de la
Real Academia Española) es la acción y el efecto de descentralización y la
doctrina o partido político que la propone.
Descentralizar es
lo que se pretende a través de la legislación que otorgó institucionalidad y
poder al Congreso de Intendentes, la creación de los municipios, por ejemplo, y
todo esfuerzo que se haga por poner recursos (humanos, presupuestales o de
infraestructura) fuera del centro.
Hoy estamos
frente a un gran debate al respecto, que en Florida hemos iniciado ya en el
marco de la gira que hacemos para organizar el Carnaval 2016, una buena excusa
para poner en escena -y debate- la cuestión del Plan Nacional de Cultura.
REUNIONES IMPORTANTES
Además de las
lógicas reuniones con los alcaldes -que hemos mantenido y mantendremos en estos
días- está el acercamiento a las posiciones de la sociedad, principal
destinatario de los beneficios del debate.
Las semanas
pasadas hemos mantenido una excelente reunión de trabajo con la Casa de la
Cultura de Casupá, que está logrando consolidar una plataforma de trabajo, y
con vecinos de los barrios de Fray Marcos y de La Coruña, que llevan a cabo las
Carnavaleadas, forma de celebración genuina.
Dos auspiciosos
escenarios que podrían dar forma a una nueva forma de relacionamiento y de
coparticipación, acuerdos o convenios del estilo público-privado.
Recursos
departamentales administrados a nivel local para el desarrollo de escenarios
locales para la cultura.
DESCENTRALIZAR NO ES FÁCIL
Pero no es tan
fácil como parece y, de hecho, mucho de lo que se dice respecto de la
descentralización no es más que retórica, en el mejor de los casos, porque
también podríamos caer en demagogia.
Veamos:
Hace unos meses
atrás habíamos acordado el traslado del Coro del Sodre para un concierto en
Florida pero no se pudo hacer porque el directorio resolvió que no habría
viáticos. En este caso la descentralización quedó a expensas de los viáticos.
Esta semana
jóvenes de Florida participarían en un concierto en el Palacio Legislativo por
los 30 años de la democracia pero no fue posible, porque el Poder Legislativo
no pudo pagar los traslados. El concierto se hizo sólo con chicos que pudieron
llegar por su cuenta.
Si a sólo cien
quilómetros perdemos oportunidades culturales de ida y vuelta, imaginen lo que
ocurrirá a 400 o 500...
TRANSPORTAR CULTURA
No es fácil
analizar los elementos que coadyuvan para la consolidación de un verdadero
proceso de descentralización y, muy posiblemente, los económicos sean más
fuertes que los culturales, pero está claro que el transporte de la cultura ya
es un hándicap.
Está bien que se
analicen las regiones, que se busquen formas de coparticipación regional, pero
no estaría mal que trazáramos círculos concéntricos con centro en Montevideo
para evaluar cuánto cuesta “llevar” cultura a 50, 100, 200 o 500 kilómetros de
distancia.
CARNAVAL
ES UN EJEMPLO
Hemos dicho muchas veces que del
presupuesto del Carnaval de Florida el 30% está destinado a transporte.
Un dato grosso modo que nos da una idea del
precio de “descentralizar” el Carnaval en Florida.
Asumir este costo oculto es una forma de
abordar la cuestión de la descentralización. Y digámoslo sinceramente, a nadie
le gusta destinar recursos “de cultura” a la contratación de transportes.
CULTURA
SOBRE RUEDAS
Los caminos de la descentralización se
recorren en ómnibus, en camionetas o en micros que llevan artistas, docentes,
talleristas, instrumentos, libros o lo que sea.
Uno de los principales esfuerzos culturales
que hacemos es por inculcar la idea de que la cultura cuesta y tiene precio y
que generalmente no nos es más difícil pagar, al menos no con la facilidad que
pagamos una copa, un pasaje o una entrada.
Insisto. Habrá que pensar en formas mixtas.
Porque si no somos creativos terminaremos pagando transportes y nada más, con
tal de sanear nuestra consciencia descentralizadora de la cultura.
*Periodista,
director de Cultura.