Álvaro Riva Rey*
Dicho así, queda bien, ¿pero qué ocurre si
en lugar de ir a favor de la promoción de ese derecho, se ha hecho precisamente
lo contrario?
Estamos en la semana del libro, ya que el
26 de mayo se celebra el Día Nacional del Libro, algo que precisamente nos
motiva, desde el momento en que hemos trabajado intensamente y con convicción
para recuperar una biblioteca, nada menos que la centenaria Biblioteca
Municipal de Florida.
LIBROS
Y DERECHOS
Dice la Agenda 21 de la Cultura (documento
de 2004 que se toma como referencia internacional de derechos culturales) que
“existen estándares de servicios mínimos para la provisión de servicios
culturales básico (por ejemplo: número de bibliotecas/libro por habitante)”.
La referencia directa a los libros y a esta
relación –que está cuantificada por los bibliotecólogos- es algo que viene al
caso, especialmente cuando lo que ha ocurrido es que no ha habido ni
bibliotecas, mucho menos libros.
En este caso, se podría decir que hubo
omisión y por lo tanto, hablando “en clave de derechos culturales”, que se ha
violado un derecho y que se ha violado un derecho humano.
POR
CASA QUÉ PASA
Una demostración acerca de cómo algunos se
llenaron la boca para hacer gárgaras con expresión “derechos culturales” es el
resultado de una investigación promovida por la Direccion Nacional de Cultura
(MEC) en 2009.
Un año antes que la administración Enciso comenzara
el estudio “Imaginarios y consumo cultura, segundo informe nacional sobre
consumo y comportamiento cultural, Uruguay 2009” a cargo de Susana Dominzain,
Sandra Rapetti y Rosario Radakovich, estudiaba puntualmente Florida y aportaba
los siguientes datos:
-51,6% de los viven en la ciudad de Florida
nunca lee un libro, 54,2% en el interior.
-13% en Florida y 11,9 en el interior lee
varios libros al año.
-17,6% mujeres y 8,7% hombres leen varios
libros al año.
-23,6% jóvenes leen algún libro al año.
-40,7% en Florida y 36% en el interior
tiene menos de 10 libros en su casa.
-25% de la población no tiene ningún libro
en su casa.
-43,6% hombres y 31,8% mujeres dicen tener
menos de diez libros en casa.
-El préstamo (42,1% mujeres, 35,8% hombres)
es el principal sistema de acceso al libro.
-El 45,9% de los que leen, eligen novelas y
ficción.
-Del liceo para adelante el 69,7% no leyó a
Quiroga, el 89,3 no leyó a Onetti, el 92,3% no leyó a Líber Falco.
-El 36% dice que el último libro que leyó
era de autor nacional, el 44% de autor extranjero y el 20% no recuerda.
DATOS
DE INTERÉS
Si la información sirve para evaluar el
“problema” de la lectura y de las bibliotecas tal vez nos ayude más saber que
el 86,8% de la población del departamento de Florida nunca asiste a la
biblioteca y sólo el 5,8 dice hacerlo “frecuentemente”.
“La asistencia a la biblioteca no es un
hábito cultural internalizado por la población encuestada”, afirman los
investigadores.
¿Cómo podría ser de otro modo si no hay
bibliotecas y, si las hay, no tiene libros?
Lo que ocurrió es que no se contempló el
“derecho cultural”, que por tal es humano, de proveer el mínimo básico de
bibliotecas/libro por habitante, que es lo que se considera un “estándar de
servicio mínimo”.
MÁS
FÁCIL HABLAR
¡Cuánto más fácil ha sido hablar que
actuar! ¡Cuánto más fácil es llenarse el pecho de “derechos culturales” y
después “andá que te cure Lola”!
Los invitamos a visitar la biblioteca en esta
semana del libro. Lejos estamos de los estándares básicos, pero por lo menos
tenemos claro cuál es el cometido.
Y no les hablaremos de derechos culturales,
ni haremos seminarios, conferencias ni foros para discutirlos, porque estamos
ocupados, junto a la gente, construyéndolos.
*Periodista, director de Cultura.