Álvaro Riva Rey*
23/09/2015 - En estos días ha
abierto un debate en algunos ambientes propiciado por algunos comentarios que
hice en una reunión privada, respecto de la forma en que deberían administrarse
las escuelas deportivas de la intendencia.
Como siempre he
sido partidario de un debate abierto, especialmente cuando se involucran
recursos que se aplican a favor de algo y en detrimento de otra cosa, intentaré
aportar para ese debate que, en absoluto pretendo cerrar aquí.
Florida tiene
actualmente seis escuelas deportivas que atienden, además de jóvenes aprendices
de las correspondientes disciplinas, los respectivos planteles en competencia,
la mayoría de los cuales deben viajar fuera del departamento para estar en
competencia y mantenerse activos.
Esto ha traído
como consecuencia un incremento oculto de los costos de las escuelas: hoy la
intendencia gasta más en los planteles que en docencia.
EN EL ORIGEN
El debate se
originó a raíz de la solicitud de un grupo de padres que pretendían que el
plantel que integran sus hijos pudiera competir en Argentina, lo que sería el
corolario de una exitosa temporada deportiva a nivel nacional.
Esto es: al
esfuerzo que los padres hacen por mantener los planteles, se agregó el de la
intendencia que costeó los traslados y, como se pretendía, debía aportar al
menos el 50% del costo del viaje a Argentina para que los jóvenes no se
frustraran y quedaran fuera del campeonato internacional, es decir, quedarse en
Florida.
ES POR JUSTICIA SOCIAL
Existen actualmente
varios expedientes en trámite de otras organizaciones de padres que sostienen
actividades de sus hijos y que solicitan que la intendencia cree otra escuela
deportiva especializada.
De cumplir con
este objetivo -y siempre en caso en que pueda- la intendencia tendría que crear
al menos tres escuelas o cuatro escuelas más.
Para eso, para
contemplar a los que aún no están contemplados, tendría que restar recursos a
las otras escuelas y esto -aunque a algunos les duela- eso es justicia social.
Ensanchar la base
de jóvenes y no jóvenes atendidos en diferentes disciplinas sería una forma de
mejorar los servicios, lo que pone en entredicho el financiamiento de los
planteles.
Es decir, si la
intendencia atiende a la mayor cantidad de niños para que practiquen y aprendan
una disciplina deportiva, los planteles deberán quedar fuera del presupuesto.
UNA POLÍTICA DE CLUBES
La intendencia
nunca ha tenido una política de clubes. En general ha ofrecido en forma
gratuita los que tiene un costo y esto ha afectado a los clubes: lo que la
intendencia mantiene actualmente es un sistema de clubes gratuitos, con lo cual
contribuyó a la decadencia de los clubes privados.
Si los jóvenes
que aprenden en las escuelas públicas fueran luego a incorporarse a un sistema
de clubes, entonces podríamos contribuir de dos modos: una mayor cantera de jóvenes
deportistas y un sistema de clubes más fuerte.
La actividad
privada se sumaría a la pública y esto podría contribuir a mejorar los
estándares deportivos locales.
ANTES SIN PRESUPUESTO
Las escuelas
deportivas comenzaron a tener presupuesto a partir de 2010, cuando Enciso
asumió en la intendencia. Hasta entonces habían obtenido recursos del
presupuesto de “colaboraciones del intendente”.
El próximo será,
por ende, el segundo presupuesto de la historia. Analizar y acordar cómo
invertir los recursos para atender las necesidades de la mayor cantidad posible
es una obligación de quienes tenemos la responsabilidad de gobernar.
La cuestión es
simple: ¿invertimos en más material educativo para más escuelas y más niños o
invertimos en traslado de planteles ya consolidados?
¿Invertimos en
redes, pelotas, flotadores y plintos o en ómnibus? En todo es imposible.
Quienes tengan
opinión sobre este tema están a tiempo, pues estamos en etapa de construcción
del presupuesto.
*Periodista, director de Cultura.